jueves, 30 de diciembre de 2010

Educación Social y Personas Mayores

LA INTERVENCIÓN EN LA EDUCACIÓN SOCIAL


Después de unos cuantos años en los que la figura del educador social se ha ido introduciendo en las residencias de personas mayores, he querido hacer una reflexión sobre el punto en el que nos encontramos en cuanto a reconocimiento profesional y laboral se refiere, basándonos en nuestra experiencia en este campo.
La esencia del educador social
 Analizando nuestra experiencia, la observación del día a día, de la manera de trabajar de cada uno de los profesionales, creemos que si el educador tiene un rasgo característico, en su manera de trabajar, es precisamente la capacidad de implicar a las personas en objetivos comunes, utilizar y potenciar las relaciones como motor de crecimiento personal, grupal y comunitario a través de la educación, que no de la enseñanza, consiguiendo que las personas sean agentes activos de su propio cambio.

Por este motivo pensamos que las actividades son necesarias, pero siempre como herramienta para conseguir los objetivos marcados y nunca como finalidad. Por lo tanto, no se trata de hacer actividades por hacer, sino que hay que plantearlas seria y conjuntamente con las personas destinatarias si queremos que tengan un sentido y realmente ayuden a alcanzar los objetivos marcados. Por ejemplo, si a partir de la lectura del periódico surge la idea de hacer, en motivo del día Mundial del Alzheimer, una obra de teatro basada en esta enfermedad, todas las actividades del centro se podrían relacionar para conseguir el objetivo propuesto: así, a la hora de las manualidades se prepararían los decorados y el vestuario; se redactaría un artículo para hacer difusión en la revista del centro; se destinarían unas horas a hacer los ensayos y la lectura de los guiones, se podrían hacer sesiones informativas sobre la enfermedad del Alzheimer, etc.




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